sábado, 14 de agosto de 2010

JPG/RAW

Las cámaras digitales de gama alta disponen de dos formatos distintos para almacenar las imágenes. El formato JPG guarda la información comprimida, simplificada y procesada. Cada cambio o manipulación que sufra posteriormente significara perdida/corrupción de datos. El formato RAW los guarda sin comprimir ni procesar. Los parámetros que decidimos aplicar a la imagen se añaden sin aplicar. Estos archivos ocupan mucho espacio y exigen grandes recursos para ser tratados, pero mantienen la información íntegra, sin corromper. Su principal problema es que las imágenes sin procesar no pueden representarse. Cuando pedimos a la cámara que nos muestre la imagen contenida en formato RAW, esta genera un archivo JPG que desaparece en cuanto dejamos de verlo, una mera interpretación temporal del original. La realidad que llega a nuestra consciencia es una sucesión de imágenes JPG que se va actualizando constantemente con la nueva llegada de información. Una versión ya procesada y simplificada de los datos con que trabaja nuestro cerebro (en su mayoría de manera inconscientes)... Seguiremos divagando.

lunes, 9 de agosto de 2010

Todo es mentira

Señor lector de blogs, vive usted engañado. Su realidad, la imagen que tiene de si mismo y de lo que le rodea, es incompleta y esta manipulada. Y el máximo responsable no es el Gobierno o la CIA., sino su propio cerebro.

El árbol que ve desde su ventana posee mucha mas información de la que puede usted percibir y procesar. Cada especie y dentro de la especie cada individuo tiene una serie de limitaciones cualitativas y cuantitativas que le hacen especialmente sensible a unos estímulos e insensible a otros. Esto significa que hay una porción de “realidad” a la que somos ciegos y que aquella que podemos percibir colapsaría nuestro sistema si no la priorizáramos. El cerebro incipiente del bebe, desbordado por el constante bombardeo de estímulos, se satura con facilidad, perdiendo momentáneamente toda capacidad de atención y cayendo con frecuencia en un estado de sopor o sueño. El cerebro adulto sin embargo a ido acumulando un conjunto de barreras, reglas o protocolos que facilitan y guían (restringen) la recopilación e interpretación de datos para que solo tomemos conciencia de aquellos que nos son “útiles y necesarios”.
Pero nuestras limitaciones no son la causa principal de la “irrealidad” de nuestra realidad. El cerebro la sesga y manipula de forma intencionada, generalmente con fines adaptativos y de supervivencia. Mediante la atención, el organismo interactua consigo mismo y con el entorno en busca de información confirmatoria, “pertinente” con su interpretación del mundo y rechaza o relega la inconsistente o extraña (novedosa) a no ser que se dispare alguna señal de alarma. El objetivo es construir un entorno predecible, aceptable y seguro, transformando o añadiendo los datos que sean necesarios para conseguirlo. Esta simplificación/manipulación de la realidad, que se intensifica en situaciones de peligro, nos permite evaluar, prever y tomar decisiones con la rapidez suficiente como para sobrevivir, pero cuando sobrevivir no es el objetivo primordial empobrece nuestras experiencias, restringe nuestra estimulación. Con este piloto automático puesto es difícil ser receptivo al cambio, aceptar la contradicción, añadir información nueva como algo no negativo/peligroso. Sin embargo hay momentos y lugares donde desobedecerle resulta mortal.